Volvió a la poesía.
A esa poesía que al ser leída se clava sílaba a sílaba en lo más hondo del corazón... si, el corazón, ese que de vez en cuando sabemos de tenemos porque deja de latir por unos instantes...
Volvió a sus poetas favoritos, exiliados al otro lado del océano y cuyas miradas jamás volvieron a ser las mismas...
La última vez tenía 19 años y había muerto dos veces, demasiadas veces para 19 años...
Volvió a sentir de nuevo como el silencio tenía su propia melodía y las noches representaban la soledad del ausente...
Volvió a prescindir del sueño porque no había nada que soñar...
Volvió a tener la mirada perdida entre un pasado muerto y un presente agónico...
Y volvió a recordar que para nacer, primero tenemos que morir... morir de verdad.
A mis vecinos Sanela y Edin